Predicar el Evangelio eterno de nuestro Señor Jesucristo
Procurar su expansión entre todos los habitantes de la república y en el extranjero, para transformación y salvación de las personas, hombres y mujeres, con la finalidad de que voluntariamente acepten la fe.
Crear entre todos los miembros un espíritu de comunidad y solidaridad social y difundirlo a los semejantes por cualquier medio escrito o audiovisual, especialmente a los más necesitados para que eleven su condición ética y moral, religiosa, cultura y socioeconómica, por medio de la palabra del Señor.
Para lo cual se, dispone como objetivos centrales el levantar templos, escuelas, institutos, universidades, centros de rehabilitación, casas de acogidas, hospitales, clínicas, jardines infantiles, centros de esparcimiento y otros centros de asistencia social.
Nuestra visión
Como hijo de Dios persigo la noble visión de seguir el camino de Jesús y predicar su Evangelio, lo que he recibido de mi padre y de los obispos y pastores que me han antecedido. Para lo cual he dedicado mi vida y consagrado a mi familia para alcanzar la dignidad de su Ministerio.
En el altar del Señor, por medio de mis humildes oraciones, he presentado, desde el día que fui llamado al obispado, mi anhelo de que Dios nos permita ser una Iglesia vibrante, unida y, arraigada en la Palabra de Dios. Una comunidad de fe comprometida con la oración ferviente y caracterizada por el amor entre sus miembros. Es mi petición más íntima a Dios, que seamos un faro de esperanza y reconciliación que ilumine hasta el último rincón de nuestro país.
En virtud de lo anterior, nuestra proyección puede fundamentarse en los siguientes pilares, a saber:
– Crecimiento Espiritual: Fomentar un crecimiento espiritual profundo en cada miembro, promoviendo la formación de discípulos comprometidos con la santidad y el servicio.
– Expansión Misionera: Impulsar el establecimiento de nuevas iglesias y comunidades de fe, llevando el Evangelio a aquellos que aún no lo han escuchado, dentro y fuera del territorio nacional
– Desarrollo Comunitario: Involucrarse activamente en programas y proyectos que aborden las necesidades locales, trabajando para transformar vidas y comunidades a través del amor y la compasión.
– Unidad y Colaboración: Fomentar la unidad entre las iglesias y colaboradores, creando redes de apoyo mutuo que fortalezcan el cuerpo de Cristo y maximicen nuestro impacto en la sociedad.
– Formación Líderes: Priorizar la formación y capacitación continua de líderes locales, empoderándolos para liderar con sabiduría, integridad y visión.
– Relevancia Cultural: Adaptarnos a las dinámicas culturales actuales sin comprometer la verdad bíblica, siendo una iglesia relevante y accesible para las generaciones presentes y futuras.